lunes, 23 de febrero de 2015

Cómo curarse el catarro


Llevo con el mismo catarro dos meses.
Esto no me había ocurrido jamás. Creo.
He hablado con mi amigo Román, ucraniano. Me ha dado a elegir dos caminos eficaces para obtener la salud perdida:
El primero es hacer un zumo con ajos machacados, frotarme con el zumo los pies bien frotados, ponerme luego unos calcetines bien gordos y dormir abundantemente: amaneces perfecto (al parecer, hay conexión entre unos sensores situados en los pies y el centro de producción del atasco nasal).
El segundo es un poco más caro, pero también contundente. Consiste en tomar vodka con pimienta negra.
Y con con frenadoles y bisolvones. Menudo paleto.

Por curiosidad, he buscado cuántas veces he empleado la palabra "catarro" en este blog: salen once veces. Más o menos, una al año. Dentro de 10, habrá que ver si baja al acudir a los remedios ucranianos. Ya diré: los usos del blog son inexcrutables. Quién me iba a decir a mí cuando empecé a bloguear que tendría a i disposición estadísticas biosanitarias de valor tan singular.

La foto parece una silueta de los Estados Unidos, pero en realidad es un desconchón fortuito.

sábado, 7 de febrero de 2015

Ser del Atleti

Alguna vez he escrito aquí que me resulta bastante ridículo el modo en el que se comentan los éxitos o los fracasos deportivos. Que si hemos hecho historia, que si la lírica, la épica o la heróica.
Además, está el disparate de los sueldos de los futbolistas o el de su conversión en ídolos a los que imitar, admirar o incluso adorar.

He visto el partido de hoy con unos amigos en un bar.
Hacía muuuuuucho que no disfrutaba tanto.
También disfruté el otro día con el gol de Torres al Barça en el minuto uno, aunque luego nos eliminaron; también disfruté bastante el año pasado, con la Liga y en la Champions con el partido en casa de Mou, por ejemplo.

Las alegrías atléticas son fugaces, como las de los fuegos artificiales. Tienen algo de arte, de artefactos, de hechos de arte, vamos.
Se quedan dentro. Hay que cerrar los ojos y respirar hondo. Siempre habrá quien te intente aminorar el gozo enumerando el contenido de sus salas de trofeos o recordando que el Atleti pasó hace nada dos años en el infierno. Da igual. Si de verdad te concentras, el ruido pierde importancia.

Por ahí van la capacidad de pelea, la chilena del chico de la cantera, la lucha hasta el 90 del Niño de 30 años, el tiqui taca de tacón por entre los multimillonarios aturdidos... forma parte de un conjunto de sensaciones tan limpio, tan bonito, tan amable... que no saben lo que se pierden los que no son del Atleti.