Ayer estuve en la
clausura de la fase diocesana de la causa de canonización de los Alvira. Tuve la suerte de conocer a don Tomás hace unos 30 años: le llevé en coche a una tertulia veraniega en Retamar, y en el trayecto se interesó por mis pequeñeces de antiguo alumno del Ramiro. Mi madre fue un tiempo al mismo círculo que su mujer.
Me conmueve la gente tan normal y tan extraordinaria.
Me emociona su santidad.
Me pirra la foto que pongo -bueno, que enlazo de la web del Opus Dei-.
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