Moscú está repleto de paradojas y de homenajes. Tanta es la afición de los rusos por las estatuas, unida a las memorias y desmemorias históricas de todo signo, que tienen en Moscú un parque dedicado al realojo de estatuas venidas a menos.
Una buena historia es la de obelisco de la foto (en este blog hay un buen resumen de su significado cambiante y sus movimientos dentro siempre de la capital de Rusia). Originalmente se erigió en 1914 para conmemorar el tercer centenario de la dinastía Romanov y llevaba nombres de zares, pero en 1918 se cambió la lista de zares por la de 19 políticos y pensadores socialistas (entre los que está santo Tomás Moro) y pasó a inaugurar el plan de Lenin de monumentos a los destacados pensadores y luchadores por la emancipación de la clase trabajadora.
La verdad es que no sé por qué me ha dado esta vena erudita.
Yo venía a hablar de waterpolo y se me ha ido la pinza al ver la foto.
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