Los judíos no tienen costumbre de poner flores en las tumbas. Más bien ponen piedras.
Bueno, no sólo en las tumbas. Ponen piedras para recordar a personas importantes o acontecimientos memorables.
La verdad es que tiene su miga, y su sentido práctico.
En la foto se ve Jerusalén desde un gran cementerio que hay en el monte de los olivos. La gran cúpula dorada es la de la Mezquita de la roca —más o menos el lugar conde Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac, y donde se guardó durante mucho tiempo el arca de la alianza, etc.— (la cúpula gris que se ve justo a la izquierda de la dorada es una de las del Santo Sepulcro).
Total, que yo quería aprovechar para recordar que merece la pena rezar por la paz y enlazar un vídeo que grabé en la explanada de las mezquitas, también llamada explanada del templo (según uno quiera referirse al pasado, al presente o al futuro) y actualizar una cita que he encontrado recientemente en la letra de una canción. me refiero a la del título de esta entrada. la actualización dice así: Cuando Mozart tenía mi edad, llevaba ya veinte años muerto.
No estoy seguro de que las conclusiones que se puedan sacar de la frase sean animantes o más bien desanimantes. Lo que garantizo es que, hoy por hoy, la frase es cierta al 100%.
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