El cenáculo de Jerusalén es, sin duda, uno de los puntos fuertes de cualquier paso por Tierra Santa. Todo un kilómetro cero del cristianismo: el lavatorio de los pies, la institución de la Eucaristía y el Orden sacerdotal, el "Señor mío y Dios mío de Tomás", el lugar en el que el Espíritu Santo pegó fuego a las columnas de la iglesia, los apóstoles que estaban allí reunidos, asustados, en torno a la Virgen.
En fin, que se reza allí de maravilla y como en otros santos lugares es bien visible la variedad de los cristianos y la multitud de los turistas. Bendita sea la variedad.
Allí recé un buen rato el jueves santo pasado. Y allí hice estas 14 fotos mientras experimentaba con las posibilidades de mi cámara para el contraluz.
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