Las ciudades están en un permanente cambio.
El otro día fui por el centro de Madrid. Hay calles por las que fuiste en coche que ahora son peatonales, sucursales bancarias que ahora son clínicas dentales, cines que se han hecho multicines, comercios be barrio que han pasado a megaespacios de venta de calcetines baratos y cosas de esas.
Y en medio de todo, inmutable como las murallas de Lugo o los toros de Guisando, ahí están los anuncios de cerrajeros. Me reconforta MUCHO su insultante inmobilismo, quietos y cruzados de brazos, los miras y te dicen: se te estropeará la puerta y tendrás que llamarme. Ni App, ni redes sociales, ni la aldea global, ni leches.
Así se habla.
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