Me gustan las palabras.
Me parece interesante cómo las palabras vienen y van, hacen fortuna o caen en desgracia.
Un amigo dice que un emprendedor no es más que un parado que se da de alta como autónomo; pero diga lo que diga mi amigo, la palabra ha triunfado. Todos quieren foto junto a emprendedores, ayudar a emprendedores, ser ellos mismos emprendedores... sonrientes, valientes, modernos, con futuro.
He estado fuera, pero estoy de vuelta y pongo una imagen de la Virgen de las de los azulejos de la cuesta de los dolores y gozos de San José en Torreciudad, que estamos en mayo —mes que comienza con la fiesta de San José, emprendedor—. Por cierto, no creo que entonces hubiera libros, ¿o sí los había?
Por razones que no son al caso, me he cambiado de compañía aseguradora del coche y me he leído algún fragmento del contrato. Se excluyen del mismo terremotos, maremotos, inundaciones extraordinarias, erupciones volcánicas, tempestad ciclónica atípica y caída de cuerpos siderales o aerolitos.
Más: para daños al vehículo por colisión con animales cinegéticos o domésticos me dan hasta 10.000 euros. Por servicios fúnebres para mí, hasta 3.000 euros.
Me satisface saber que quedan cubiertas las inundaciones ordinarias y la tempestad ciclónica típica; aunque no me alegra saber que si me trago un buen ciervo pagarán 10.000 para arreglar el coche (que me costó más menos eso) y sólo 3.000 para mi entierro. Además, no sé por qué excluyen los daños causados por colisión con pantera... ¿o hay panteras domésticas?
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