Tengo un amigo que dice que voy a demasiados funerales.
Yo creo que no son ni muchos ni pocos, ni tampoco demasiados.
Procuro ir a los funerales de los amigos, los padres de amigos, etc.
También voy a los velatorios y a los entierros.
Y rezo.
Y acudo a la intercesión de los que se nos han adelantado en partir hacia el lugar donde pasaremos la eternidad.
Es una obra de misericordia de las corporales: ENTERRAR A LOS DIFUNTOS (en este enlace pueden verse explicadas las 14 obras de misericordia).
¿A dónde iba? Pues a que ahora salgo para el funeral de don Ramón Luján, un sacerdote, médico y madridista que me enseñó Cosmología.
Como decía la pizarra del bar andaluz de la fotos: hoy hay de tó lo que hay.
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