Sigo dando vueltas a desentrañar los motivos del éxito de la narrativa juvenil distópica, y a las posibilidades de mezclar ironía y distopía. ¿Qué tal desarrollar EL FUTURO PISTÓPICO que me sugirió el otro día mi hermano pequeño?
Algo así como: estamos en el año 2087, la superficie de la tierra quedó convertida toda ella en un parking tras las explosiones nucleares de los años 20, el mundo está ahora en manos de una saga de tiranos manchegos que sobrevivieron a la catástrofe gracias a su astucia y a sus pocos escrúpulos. Ellos poseen la fórmula del pisto, único alimento, y convocan cada año a gourmets de todo el mundo a una lucha a muerte por mejorar la receta. PISTOPÍA.
Hay que darle alguna vueltita, pero va bien.
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