Nunca pensé que estos ojos míos verían un limón del tamaño de un balón de balonmano.
Y sin embargo, aquí tienen la prueba.
Y muy aromático. Bueno para gintonis o para lo que haga falta.
El ejemplar me lo facilitó un personaje del que espero escribir un libro más tarde o más temprano: sólo adelanto que se trata de un enterrador más listo que los enterradores de Hamlet y que tiene un acento andaluz que a veces hace difícil entenderle.
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