Escuché el otro día por la radio que en Estados Unidos se comen el día de acción de gracias 46 millones de pavos. He calculado que, puestos en fila, esos pavos ocupan de mi casa a Moscú.
No digan que no es un buen cálculo.
Y con garra mediática, como el cartel de casa Julio que fotografié yo este verano en La Alpujarra.
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