A mí personalmente las arañas nunca me han producido arañazos sino picaduras. Comprendo la imagen causante de esta paradoja lingüística; pero no la comparto.
A lo que iba: comencé el mes de agosto con notables arañazos contra una roca —por dármelas de experto lobo de mar—, luego vinieron los mosquitos, luego un tábano de competición y por último una araña. Los de las fotos —que son mías de mi móvil— ni me picaron, ni me arañaron, ni me mosquearon y me libelulearon.
Por cierto, he enviado una foto a un concurso de fotos hechas con el iPhone. De premio dan lingotes de oro. Anda que si gano.
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