viernes, 20 de marzo de 2015

Estrenos (y versión actualizada de lo que cuesta hacer paella para mucha gente)


El domingo pasado estrené mis regalos de Reyes.
Fue fantástico.
Quedamos 48 personas mayores y 97 niños. David —el del delantal a cuadros— hizo arroz negro (tres kilos) y yo cinco de AUTÉNTICA paella valenciana.



He aquí el ticket. Llevan una marca los conceptos de mi paella. Lo demás es general o propio del arroz negro. Hay que sumar a los tickets el pan y lo de la carnicería, que fueron 24 euros de pollo y conejo troceadito (creo que dos pollos y dos conejos). Bueno, para ser exactos exactos, también están fuera la sal, la ñora picada, el Fairy y el gas de las bombonas.

Mas o menos, 150 para dar de comer a 150. Hagan las cuentas.

La paella del fondo al final no la hicimos. O sea, que por el mismo precio hubiéramos hecho 10 kilos.

En fin, que el estreno no pudo ser mejor. E incluso salió todo rico.

lunes, 9 de marzo de 2015

Hacia la paella molecular


Con el mes de marzo parece que el buen tiempo llega para quedarse, motivo por el cual comienza oficialmente la temporada de paellas y preveo que bloguearé aún menos.
Temo que lo de la disminución del blogueo es una espiral de la que va a ser difícil salir. Al terminar el máster, me he puesto a leer todos los libros que tenía en lista de espera, y éstos reclaman las lecturas de otros... y he retomado las idas a la biblioteca pública, y he descubierto que se pueden bajar libros on-line que hay que leer en 21 días antes de que se autodestruyan... y si te pones a leer, queda poco espacio para escribir.
En fin, queridos seguidores, escribiré menos y leeré más. Al menos, durante un tiempo.

Es una pena, porque en las últimas semanas he tenido ocasión de asistir a la fundación de un partido político de ultracentro, he jugado al pádel con un amigo que medía los metros recorridos, las calorías gastadas y hasta los momentos en los que se ponía en riesgo cardiaco; he ayudado a otro a cambiar la tarifa del móvil para así tener "más milibares de internet", e incluso he tenido en mis manos un libro sobre paellas en el que he descubierto el uso adecuado de verbos como confitar, desglasar o nacarar. Lo dicho: una pena.

Dejo testimonio del inicio de la temporada paellera y foto de la gastada epidermis madrileña.