Este es el mercado de almejas de Carril (la lonja, vamos), en el que estuve hace dos veranos o tres durante un paseo.
Buscaba una foto con la que explicar que me he convertido sin comerlo ni beberlo en un fotógrafo compulsivo: ayer por la tarde di un paseo por Molinoviejo durante el que hice 77 fotos, en Carril sin embargo sólo hice media docena. ¿Se está agravando mi compulsión fotográfica? ¿La fugacidad de la nieve estimula de alguna forma la fotografiedad? ¿Qué dice al respecto la literatura médica? ¿Y la literatura no médica? ¿Me ayudará Abel Resino a salir de ésta? A saber.
1 comentario:
Ten por seguro que Abel te ayudará. De hecho te ha ayudado ya haciéndole un contundente 3 al Recre. Abel transformará nuestras penas blanquirrojas en alegres copitos de nieve. De modo que puedes seguir fotografiando la nieve y la nieve de la edad. Que se vaya preparando Caín Boluda.
Publicar un comentario