El asunto es que por ahora no voy a seguir publicando entradas en el blog con constancia. Obsérvese que digo "por ahora" y "con constancia".
Con la torta de la moto se me rompió el teléfono y se incorporó a mi bolsillo un teléfono inteligente que está modificando mis hábitos mediáticos: además de arrojar pollos con tirachinas contra cerditos, me he aficionado en serio a Twitter, a Instagram y a otras zarandajas que me alejan de acceder a internet desde el ordenador. Por supuesto, seguiré actualizando el blog de las alcantarillas, y vendré por aquí -y por otros sitios que sigo cultivando con pseudónimos que ni yo mismo controlo- de vez en cuando a aumentar las 2.029 entradas que llevo; pero menos.
En cuanto al hombro que me rompí el 6 de septiembre último, mucho mejor. Ayer me dieron el alta laboral incluso.
Hasta pronto.
2 comentarios:
No me digas eso... Me dejas muy apenada. Por lo menos te seguiré en el de las alcantarillas.
Y qué caramba, Enrique, primero me alegro de que ninguna mácula de importancia te haya dejado la caída (ay, la caída)y segundo quiero decirte que entiendo muy bien tu indolencia bloguera. ¡Cómo no te voy a entender si yo mismo me siento acuciado por idéntica fiebre! Los juguetes se multiplican y nos vamos cansando de hacer solitarios, de modo que de pronto las bitácoras se antojan aburridas. Yo también escribo menos en el blog, aunque no he tenido un rapto de sinceridad con los lectores como has tenido tú. Facebook y Twitter van a matar a la estrella de los blogs, y lo que nos venga. Un abrazo. Date una vuelta alguna vez con comentario por el país de Alicia. Perdona la brevedad, pero anda escaso de tiempo.
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