Ya he dicho que éramos unos 30 los que íbamos en grupo. En unos 15 minutos todos estábamos en las cintas de equipaje con nuestras maletas dispuestos a partir en autocar a desayunar y salir camino de Haifa. Bueno, todos menos dos... que fueron retenidos en el control de pasaportes una horita. Al parecer es una proporción normal.
Tampoco fue para tanto. Algunos cambiaron dinero -en general aceptan euros, pero en bares y transportes es mejor funcionar con shekels, para que no te claven en el cambio-, otros tomaron un cafelito, otros paseamos por el aeropuerto... y finalmente todos juntos fuimos al bus, donde se nos presentó el guía, Leonardo, un argentino hebreo y cristiano, entrañable y sabio, dispuesto a darnos mucha más información de la que es capaz de recibir una persona que ha dormido tres horas y pico y en un avión.
Paramos a desayunar en un kibutz -nuestro primer contacto con el pan ácimo y el nocafé- y seguimos hacia el Norte por la costa mediterránea, rumbo a nuestra primera parada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario