viernes, 27 de noviembre de 2015

Abrelatas


Antes del descubrimiento del abrefácil, para salir de excursión al campo hacía falta llevar un abrelatas del explorador, una marca pero que muy fiable. Si la lata era de anchoas venía provista de un curioso abrelatas con forma de llave en torno a la que se enrollaba la tapa de la lata: verdaderamente curioso.

Siempre había alguien que llevaba una lata de jamón de york con gelatina. Me gusta la gelatina. Bueno, también me gusta el agua de las latas de aceitunas y la de las de berberechos.

El caso es que entonces no había fotografía digital y para sacar esta ardilla hubiera tenido que gastar carretes y carretes.

O sea, lo que se retrocede por un lado, se avanza por otro. Y viceversa.

¿Escribo estas cosas para evitar hablar de las próximas elecciones generales? No, lo hago porque los recuerdos me parecen interesantísimos: cosas que están archivadas en algún lugar y uno a veces encuentra.

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