Como todo el mundo sabe, el principal deporte madrileño es el de discutir hasta y desde dónde se llaman las calles de una u otra forma. Una de las estrellas al respecto de mi barrio de la Prospe, distrito Chamartín, es la discusión de dónde termina Francisco Silvela y dónde comienza Joaquín Costa. Un par de madrileños podemos estar horas hablando de tan enjundioso asunto.
Pues bien, en estos días de peatonazgo que estoy viviendo -ya he pagado la nueva moto, pero me la están matriculando y tal-, veo que la voz anuncia-paradas del autobús 9, cuando te va a dejar junto a la Glorieta de López de Hoyos -mucho tiempo llamada Ruiz de Alda- dice "Próxima parada: López de Hoyos con Francisco Silvela" y se queda tan ancho el tío, y lo dice en ambos sentidos. Ni caso a Oquendo, ni a la Glorieta, ni al hecho precisamente de que en esa plaza termina Francisco Silvela y comienza Joaquín Costa.
Una vergüenza nominal, de la que sólo me desquito con foto de Talleres Muñiz en Padrón.
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