Escuché ayer que hay un fondo que va a comprar una cadena de hoteles. Concretamente un fondo de inversión. El metonímico "fondo de inversión" ha estado retumbando dentro de mi cráneo durante las últimas 24 horas, mucho más que la metafórica "cadena de hoteles".
Una metonimia tan consolidada que, con ayuda del diccionario de la Academia, me atrevo a enumerar: fondo del pasillo, fondo de Las Meninas, estoy sin fondos, es un tipo con buen fondo, artículo de fondo, corredor de fondo, es un maleducado en la forma y en el fondo, los fondos de la Biblioteca Nacional, los bajos fondos, fondo de pensiones, fondo de reptiles, inversión a fondo perdido, fondos reservados, habló de Cervantes a fondo, en el fondo no le importa, esquí de fondo, hay mar de fondo, eres un pozo sin fondo, hay ruido de fondo...
Está claro lo que es el fondo del mar y que bucear por los fondos marinos es hacerlo cerca del fondo, más exactamente por el agua que toca el fondo: esa es la metonimia. Los fondos como dineros dan un salto significativo: no es que estén debajo, están dentro (¿del bolsillo, del alma?).
Molan los fondos.
¿Y la foto? Tal vez resulta que en el fondo lo que a mí me interesa no son tanto las palabras... como los espetos.
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