Hace años, por una circunstancia curiosa (se secó el río en el que estabábamos de campamento y había que entretener a los chavales mientras recorríamos los tres kilómteros que nos separaban del lugar donde volvía a brotar el agua) aprendí unas cuantas cosillas de árboles. Entre ellas está la existencia del Ginkgo biloba y alguna de las peculiaridades de este fósil viviente, como el hecho de que al ser gimnosperma -o sea, que hay árboles macho y árboles hembra entre los ginkgos- y tener un fruto que desprende un olor fétido, en las ciudades es muy raro encontrar árboles de este tipo hembra.
Sin embargo, en Príncipe de Vergara he encontrado un Ginkgo biloba hembra, como demuestra esta foto de sus fétidos frutos.
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