Como puede verse en esta foto tomada hoy: he estado con Antonio Rodríguez Gallego. No nos veíamos desde hace probablemente 31 años. Estuvimos en la misma clase durante ocho años, pero somos de uno de esos colegios que no ha hecho nunca nada por reunir a sus antiguos alumnos... y nunca nos habíamos encontrado.
Antonio dice que guarda una lista con los teléfonos de todos los de la clase. Hemos hablado de vernos pronto, y crear un blog en el que poner la lista, e intentar quedar de alguna forma para, tal vez, estas navidades próximas. Algo haremos. Seguramente lo cuente aquí.
¿Y cómo nos hemos encontrado?
Pues por Internet.
En un blog que tuve -o que tengo- con unos amigos escribí hace unos tres años lo siguiente:
"El otro día estuve en el cementerio. No voy mucho: algún entierro de vez en cuando, unas flores y unas lágrimas en la tumba de uno de mis hermanos. Es curioso el cementerio. Me hace pensar mucho: en comparación con los 50, 60, 80 o como mucho 90 años que nuestro cuerpecillo pasa fuera de allí, casi siempre estamos (estaremos) en el cementerio. Por encima del dolor, es un buen sitio el cementerio para pensar, y para rezar.Tomé unas notas. En el cementerio de Madrid casi todo son cipreses y plátanos, pero hay también un poco de todo. Junto a la tumbra de mi hermano hay, por ejemplo, unos magníficos almendros, cuajados de almendras por cierto. Otra cosa interesante es el precio de las flores: margaritas a 4 euros, claveles a 6, rosas a 18 (siempre docenas). Yo me hice con unas azulitas que mantienen la prestancia al secarse: 4,5 euros.Otra cosa interesante es la de los nombres. Tengo la teoría de que no existe un grupo de 40 españoles en el que no haya una combinación de apellidos valiosa. De pequeño yo mismo compartí clase con Luis Antonio Zotes Calabozo (qué habrá sido de él, ¿seguirá siendo forofo del Barça?). Pues bien, en el cementerio ocurre lo mismo: cuatro o cinco tumbas más allá de la de mi hermano reposa Ananías Calzón Bardón.Pues eso: buen sitio el cementerio. Buen consuelo el de saber que todo no termina ahí."
Casi tres años después, Antonio encontró la mención a nuestro compañero ZOTES CALABOZO y comentó lo siguiente:
"Hola, has escrito de un antiguo compañero de clase por lo que imagino que tu también lo puedes ser. El Ramiro de Maeztu fue el colegio en el estuve 12 años de mi vida y Antonio Zotes Calabozo estuvo también en mi clase. Mi nombre es Antonio Rodríguez Gallego y mi correo electrónico por si me quieres contestar es antonio@designohc.com. Un abrazo,Antonio"
Y esta tarde, hemos quedado él y yo en el Sirius, cerca de Cuatro Caminos, y hemos hablado durante dos horas. Ya contaremos.
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