domingo, 18 de agosto de 2013

Apostolado epistolar


La imagen es real. Se trata de las instrucciones de seguridad para visitantes que encuentras en las oficinas de Correos. No imagino que alguien sea capaz de obedecerlas a rajatabla (sobre todo lo de ESPERE INSTRUCCIONES al descubrir un incendio).

¿Habrá que explicar a los niños nativos digitales lo que era una Oficina de Correos? ¿Y lo que era un periódico en papel? ¿Comprenderá la protagonista de este vídeo para qué servían los sellos o los carteros?

No sé. Yo venía a recordar el contenido del punto 976 de Camino, el emblemático libro de san Josemaría, fundador del Opus Dei: Del "apostolado epistolar" me haces un buen panegírico. —Escribes: "No sé cómo emborronar papel hablando de cosas que puedan ser útiles al que recibe la carta. Cuando empiezo, le digo a mi Custodio que si escribo es con el fin de que sirva para algo. Y, aunque no diga más que bobadas, nadie puede quitarme —ni quitarle— el rato que he pasado pidiendo lo que sé que más necesita el alma a quien va dirigida mi carta".
Bueno, también está el punto 977: "La carta me cogió en unos días tristes, sin motivo alguno, y me animó extraordinariamente su lectura, sintiendo cómo trabajan los demás". —Y otro: "Me ayudan sus cartas y las noticias de mis hermanos, como un sueño feliz ante la realidad de todo lo que palpamos..." —Y otro: "¡Qué alegría recibir esas cartas y saberme amigo de esos amigos!" —Y otro y mil: "Recibí carta de X. y me avergüenza pensar en mi falta de espíritu comparado con ellos". ¿Verdad que es eficaz el "apostolado epistolar"?

Reconozco que el año pasado dejé de escribir chrismas y este verano he abandonado las postales.

Por supuesto, sigo practicando el apostolado epistolar —y recomiendo vivamente hacerlo a todo el que quiera mantener el contacto con los amigos en esta época que llamábamos verano y ahora llamamos ola de calor—, pero lo hago con el wasap, el teléfono, twitter, correos electrónicos...

Ya casi sólo escriben cartas los bancos y los supermercados, y tal vez ahora que nos podemos comunicar tan fácilmente con el último rincón del mundo es más frecuente la soledad y el aislamiento. Creo que debemos escribirnos: he pasado muy buenos ratos escribiendo postales y cartas. Guardo alguna que otra. No me entusiasma lo de la pantallita del teléfono como sustituto del papel y la tinta; pero creo que hay que asumirlo, y admitir como compañeros de viaje los mensajes que nos parecen inoportunos de los grupitos de wasap, y las meteduras de pata del corrector de textos del teléfono.

Por cierto, al buscar "apostolado epistolar", me he encontrado con que está completo en la red, por capítulos y en español, el libro Apuntes sobre la vida del fundador del Opus Dei, de Salvador Bernal. Todo un clásico que recomiendo para estos días de ola de calor.

No hay comentarios: