Estuve el otro día por primera vez en mi vida en una cementerio Patrimonio de la Humanidad, el Skogskyrkogården.
Recé por mis difuntos y por mis vivos. Ya saben lo que dice el numero 955 del Catecismo de la Iglesia Católica, con cita de la Lumen Gentium: "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales". Pues eso.
Hay muchos cementerios en Suecia. Junto a las parroquias hay enterramientos con aspecto de jardincillos: poca lápida horizontal en comparación con los de España, y no he visto nichos; pero además de los pequeñitos los hay bien grandes, y éste está en un bosque espectacular.
No me detuve en todas las capillas, pero hay que ser muy borrico para llevar dos semanas en Estocolmo y no saber que si hay un edificio de Asplund y una escultura de Miles hay que pararse y, por lo menos, hacer fotos.
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