Gran apóstol San Andrés, que presentó a Jesús a su hermano Pedro, motivo por el que su imagen es una de las cuatro que rodean al altar de la confesión en la Basílica de San Pedro -las otras tres son, si no me equivoco Longinos, Santa Elena y la Verónica-.
Ya saben que los presbíteros de Acaya cuentan que cuando era Andrés conducido al martirio, al ver la cruz en lontananza comenzó a rezar aquello de "Oh Cruz buena, que fuiste embellecida por los miembros del Redentor, tantas veces deseada, solícitamente querida, buscada sin descanso y ardientemente preparada con el deseo: recíbeme de entre los hombres y llévame junto a mi Maestro, para que por tu medio me reciba Aquél que por ti me redimió". Mucha tela, San Andrés, mucha tela... y comienza la novena de la Inmaculada.
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