He quedado con un amigo en el Café Gijón, fundado en 1888. Luego nos hemos tomado el café en la terraza del bulevar de enfrente, pero no me digan que no tiene empaque el lugar. Me dice mi amigo, que es el que domina la zona, que a fuerza de rozarse con la flor y nata de la cultura, hablar con el señor que vendía allí el tabaco era equivalente a charlas con un académico de la Lengua.
Durante el café (curioso: se llama igual al sitio, que al producto que allí se toma y al rato que pasa mientras se hace) hemos hablado de bastantes cosas que no son al caso. También del Opus Dei.
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