Ya dije que los domingos escribiría sobre comentarios o e-mails recibidos a través de este blog. Me llegó el otro día una carta de cuatro folios escrita por Luis Ayerbe. No la tengo delante: una de las cosas que me aconsejaba era que no se me subiera a la cabeza lo de sentirme importante por tener un blog con más de 200 visitantes diarios. Tendré en cuenta el consejo si algún día llego a ser rico y famoso gracias al blog, pero reconozco que no van por ahí los tiros (además, no tengo ni publicidad, porque alguien debió hacer una barrabasada desde el ordenador de mi casa -como pinchar y pinchar en los anuncios- y Google no acepta publicidad desde aquí).
A lo que iba: dice Luis que escribe cartas largas porque le gusta escribir cartas largas, que tiene cierta costumbre de que no le respondan a esas cartas, y a que cuando lo hagan, lo hagan con cartas breves. Pienso que la imagen sirve para decir cosas acerca del apostolado: a ver si saco un rato para redondear un poco la metáfora y explicar que hacer apostolado es algo estupendo, muy diferente de convencer, o de imponer, o de ganar un pulso, sino mucho más parecido a escribir cartas como las de Luis, buenas cartas que todos leemos aunque a veces parezca que no porque tardamos en responder.
Mucho que ver no tiene la foto, pero no está mal.
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