Bueno, llevo sin escribir desde el 8 de abril. He estado fuera. No sé lo que contaré de estos días, ni si me decidiré a rellenar el hueco retocando fechas como ya he hecho otras veces en ocasiones semejantes. He hecho un curso de retiro con más gente del Opus Dei, he dedicado un día completo a unas investigaciones literario-familiares que tenía pendientes desde hace tiempo, y he pasado otros dos días de desplazamientos de aquí para allá, también con contenido profesional.
En fin, que voy un poco volado estos días con cosas pendientes de todo tipo, y no sé lo que haré; pero sí contar que he vivido muy de cerca el peligro de la vida campestre. Vas por un apacible prado y puedes encontrarte de frente con lo que muestro en la foto: animales salvajes ¡y mugientes! que te obligan a tomar importantes decisiones en una fracción de segundo. Sobreviví gracias a ese temple que sólo se aquilata en la gran ciudad para estos momentos.
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