Hoy me ha pasado una cosa bien rara.
Iba en moto por la calle, se ha puesto a mi altura un policía municipal en moto y me ha preguntado que qué pasaba. Le he dicho que a mí no me pasaba nada y me ha dicho que detuviese "la marcha del vehículo". Aseguraba el señor agente que me acababa yo de saltar un semáforo en rojo, y yo le he dicho que lo habría hecho sin querer, a lo que me ha contestado que eso eran ocho puntos: cuatro por saltarme el semáforo y otros cuatro por la inconsciencia de no haberme dado cuenta. Yo alucinaba bastante, y buscaba alguna cámara oculta desde la que estuviesen grabándonos; pero no la encontraba.
Me ha pedido los papeles, y se los he dado a la vez que explicaba que son fotocopias porque una vez me mangaron los originales y cuesta tanto hacerse con otros, que prefiero pagar la multa. Ha mirado los papeles y me ha dicho que eso eran fotocopias -hecho que yo he confirmado, recordándole que precisamente eso le acababa de decir-, que sólo valían las fotocopias compulsadas, que eso era una vergüenza, que debía ir al Ayuntamiento a compulsar las fotocopias.
Le he preguntado si me compulsarían las fotocopias en la Junta Municipal de Chamartín y me ha contestado que si querían lo harían: siempre reconforta saberse amparado por una voluntad municipal que no se doblega ante lo establecido, pero he preferido no decírselo.
He optado entre decirle que era imbécil -él, claro- o darle las gracias por sus atentas indicaciones, y he elegido lo segundo. Entonces me ha dicho que siguiera circulando, que fuera la última vez, y me he ido con todos mis puntos.
O unos individuos de una escuela de arte dramático vestidos de Policía Municipal andan sueltos por la calle o esto, señores, está tocando a su fin.
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