Hace un frío que pela. Hacía tiempo que no iba por la plaza de Felipe II. Cuando era pequeñito y tenía una ortodoncia de esas que han de ser ajustadas semanalmente, iba por allí con frecuencia y mi mamá me invitaba a merendar coca-cola y sandwich mixto en cafeterías de postín; pero de eso hace casi cuarenta años, es decir, sucedió más o menos al mismo tiempo que se estrenó El Libro de la Selva y mataron al Che Guevara, dos cosas sucedidas en 1967.
Total, que han puesto en esa plaza placas de bronce a modo de baldosas con mensajes que no entiendo. Lo reconozco: no entiendo eso de que todo esté llamado a llenar el espacio suprimido dentro del mapa fracturado de la historia. Mis muelas, por ejemplo, ¿están llamadas a eso?
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