He leído un artículo en el suplemento cultural de la Vanguardia en el que se contaban las protestas de 1990 para pedir que se parasen las obras de la Sagrada Familia y se quitase todo lo que no hubiera hecho directamente Gaudí.
El autor del artículo señalaba que participó en una sonada reclamación en la que varios artistas y personajes de prestigio leyeron sus razones para detener esas obras.
Decía el autor que había estado en la dedicación de la Basílica el otro día, fascinado, y que menos mal que no les hicieron caso, porque el resultado es fabuloso.
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