Tenía la intención esta mañana de pasarme por la plaza de Antón Martín para hacer una foto a una formidable tienda de navajas que allí hay (¿o había?) e ilustrar un buen post en el que iba a poner en relación, nada más y nada menos que el motín de Esquilache, mi tienda de navajas, y la iglesia de San Nicolás (hoy es la fiesta de San Nicolás de Bari, además de día de la Constitución), a la que acudió el fundador del Opus Dei para pedir la intercesión de ese santo.
Pero todo eso era un proyecto. Luego se me ha caído la tarde encima y ni foto ni nada de nada.
Nada he dicho sin embargo -y ya está llegando a su fin, como quien dice- de la novena a la Inmaculada. Mucha gente vive esta costumbre de preparar durante nueves días la fiesta de la Inmaculada Concepción de María. En el Opus Dei se vive individualmente con un poco de incremento en cantidad o calidad en tres asuntos: trabajo, sacrificio y oración. Ni mejor ni peor que tanta otra gente: probablemente igual que la mayoría de los que viven esta costumbre.
Bonita cosa la de preparar con nueve días una fiesta.
Difícil pensar que la protagonista de tan esmerado detalle vaya a recibirlo con indiferencia.
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