Sigo sin aclararme con las fotos (creo que tengo demasiadas). Es tarde y estoy molido. He pasado el dia en Kumamoto, visitando un castillo fedual y el preciosisimo jardin de Suizenji. A ver si magnana me aclaro con las fotos y el teclado. Entretanto, decir que el que debe la comida es Jai, que no tengo yo la culpa de que haya ignorantes que no le ponen cebollita al arroz, y que esta misma noche investigo lo de los ideogramas y los numeros primos (siempre sospeche algo), pero ahora lo que debo decir es lo del desayuno japones.
Poco a poco, he sido introducido en la comida japonesa. Primero habia cierta alternancia de cubiertos y palillos (ya como con palillos como si tal cosa, aunque reconozco que hay algunas tareas, como la de partir filetes o quitar las espinas del pescado, que se hacen mas sencillamente con tenedro y cuchillo), un poco de pan, algo incluso de elementos coreanos o chinos… pero eso se ha ido acabando hasta llegar a la cumbre del desayuno de hoy, consistente en: huevo crudo batido con arroz blanco y sobrecitos de especias variadas con soja y algas, sopa de misho (que es un amasijo de legumbres molidas con fondo de pescado y sal), te a pelo (ni azucar, ni limon ni historias: un sabor semejante al que se pueda obtener chupando una espiga) y, sobre todo, natto: judias fermentadas -fermetadas es un bonito eufemismo de “podridas”, pero el inconfundible olor que desprenden te hace olvidar que estas ante un eufemismo-. Me he puesto morado.
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