sábado, 30 de agosto de 2008

SARU MO KIKARA OCHIRU

O lo que es lo mismo: “también los monos se caen de los árboles”. Un proverbio bastante aplicable a mi caso, experto viajero que a este paso se va a volver a casa sin las pantuflas solicitadas (estuve ayer en un hiper de la pantufla que era verlo para creerlo y oye, si eran de la talla no tenían letras japonesas y si tenían letras japonesas no eran de la talla, pero todavía me queda una tarde para conseguirlo). Pongo unas fotos rapiditas, que me están esperando para ir a cortarnos el pelo, actividad aparentemente sencilla en la vida real, como desayunar, coger el autobús o dormir (algún día escribiré sobre las almohadas de arroz), que de sencillo no tienen nada.


La primera es de un todo a 100 (aquí son fenómenos), la segunda en un jardín japonés con imitación del monte FUJI al fondo y la tercera en la entrada del castillo de Kumamoto. Por cierto, la flor de Nagasaki es la Hortensia, casualidad tremenda ya que tengo una abuela que así se llamaba y vivo en la calle Santa Hortensia (bueno, espero volver a vivir allí si se acaban unas obras que tenemos en marcha). Al parecer trajo aquí esa flor hace la torta de años un médico alemán cuya esposa era aficionada a esa flor, que sale en todas las tapas de alcantarilla de la ciudad, por ejemplo.

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