En Santiago fotografié este letrero. Si no me han fallado mis traductores del gallego, literalmente quiere decir "Prohibido perros célibes". O sea, "perros libres". Más sentido tendría a mi modo de ver que prohibieran "dejar suelto al perro", ya que el perro que llegue suelto al paraje poca atención prestará al cartel; pero aparte de esa quisquillosa y filológica consideración sobre la retorcida señalética gallega, me gusta el sentido que ahí tiene la palabra "célibe". Tanto la palabra gallega como la castellana vienen del latín caelebs, -ĭbis, (célibe es adjetivo que u. t. c. s., o sea que "utilízase tambien como sustantivo"), pero se ve que el uso gallego insiste más en la libertad del célibe que en las ataduras.
En fin, aunque el motivo sea prohibitivo y canino, encierra una lección lingüística sobre la importancia de las palabras y su historia.
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