He dedicado un ratillo de esta tarde a ordenar fotos: en realidad debería decir "a tirar fotos" (bueno no a "tirar" en el sentido de hacer, sino en el de destruir). Menudo embrollos metalingüísticos me busco.
Hice esta a un letrero de "prohibido aparcar por grabación de serie de televisión". Me gustó la paradoja: para defender la libertad de expresión, para conseguir una obra de arte audiovisual o un modesto producto de consumo de nuestra sociedad mediática del primer mundo, hace falta prohibir cosas a ciudadanos inocentes que tal vez no vayan a tener tiempo para disfrutar de esa serie de televisión porque andan inmersos en unas obligaciones hipotecarias que les obligan a trabajar más y más horas, sin que los medios de comunicación que le obligan a no aparcar ese día en la puerta de su casa dediquen el más mínimo espacio a denunciar la injusticia palmaria del crecimiento del precio de la vivienda.
Qué fácil es hacer demagogia con una foto vieja y un blog, y qué lejos se puede llegar de la idea original que yo tenía de venir a decir que lo de la pequeña prohibición -como la del aparcamiento un par de días- puede tener detrás un gran bien -una serie de tv-, algo así como ocurre con los madamientos.
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