Hoy he pasado un ratillo de la tarde en un enorme espacio comercial repleto de aparatos, sobre todo aparatos informáticos. Quería comprar unos CD y ver los precios de los lápices esos USB para ver si pido uno a los Reyes Magos de Oriente. Supongo que es bueno que existan este tipo de comercios modernos, pero dan un poco de miedo. Estaba atestado de gente. Una vez que encuentras el pasillo con lo que buscas, y haces tu difícil elección tras preguntar a unos empleados que van con forros polares con el nombre de la tienda y con acreditaciones de esas que llevan durante las Olimpiadas los atletas, los periodistas y hasta las autoridades, llegas al final del pasillo y hay más lápices USB y más CD, pero en oferta. Una vez en la Caja, mientras esperas tu turno, hay nuevos contenedores con más ofertas.
Y eso por no hablar de la cantidad de objetos imprescindibles que ni se te había pasado por la cabeza comprar hasta que no has visto lo útiles que son y lo tirados de precio que están: películas en DVD (por cierto, estaba "Diálogos con un santo", el último DVD de San Josemaría), estaciones meteorológicas, linternas con la silueta del diablo de Tasmania, cargadores de pilas, cámaras de fotos digitales, teléfonos inalámbricos, cables para conectar desde más lejos cosas que no tienes... Me he mareado. He pagado mis CD, he salido a respirar aire puro, y he dado gracias a Dios por todas las sencillas pautas por las que yo no me permito gastos que no se permitiría un padre de familia numerosa y pobre. De todo corazón: muchas gracias.
¿Qué tiene que ver esto con la foto? De nuevo poco: sólo insinúa que esto va pero que muy rápido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario