Viajar en avión es una de las actividades que exigen mayor fe en el sistema. Nunca recibes demasiadas explicaciones de por qué tienen lugar los retrasos, ni de a qué se deben las turbulencias, ni de por qué se extravían los equipajes, ni de casi nada. Te comunican todo tipo de datos a través de unas interminables pantallas que pueden no estar en tu idioma materno. En general, te lo crees; en general, funciona.
El otro día leí en una entrevista que tener fe es un chollo. Yo también me siento afortunado por tener fe. Puede que la explicación no sea muy exacta, y que la comparación con el asunto de los vuelos deje mucho que desear; pero algo de eso hay, aunque la información sea más rigurosa en lo que se refiere a lo que la religión transmite sobre este vuelo de la vida que te lleva a la eternidad.
Total, que tenía una foto de pantalla de vuelos de un aeropuerto, creo que de Bonn (la realicé en uno de mis innumerables viajes por el mundo) y aquí está.
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