martes, 6 de septiembre de 2005

Ceremonia de acogida


El 18 de agosto, tuvo lugar la ceremonia de acogida. Allí estuve: la foto no es muy buena, pero es mía, y en el barco del fondo va el Papa. Debo reconocer que fue uno de los momentos más espectaculares de todas las jornadas, con la gente abarrotando las dos orillas del Rhin a lo largo de varios kilómetros, y las preciosas palabras de Benedicto XVI, primeras que escuchábamos en directo los que no habíamos tenido la suerte de acudir al aeropuerto.
Pero yo sigo con mi folleto, del que pillo un párrafo sobre esta acogida:
"De entrada, invocamos a los Santos para pedirles que intercedan por nosotros para que Dios nos acompañe en el camino de nuestra vida. Los santos se abrieron a la gracia de Dios y siguieron su llamada. Ellos nos recuerdan que Dios realiza las grandes obras de su amor por intermedio del hombre. Además, nos muestran la meta de nuestra vida, más allá del presente: La Comunión con Dios en la que ya ahora estamos viviendo y de la que esperamos que -tal como lo experimentaron los Santos- alguna vez llegue a ser comunión eterna para nosotros también."
Pues eso: invocando a los santos para escuchar las palabras del Papa, aunque en algunos casos el agua llegase hasta las rodillas.

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