viernes, 9 de septiembre de 2005

Sacramento del Perdón


Uno de los platos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud (y de la que estoy copiando los momentos estelares de lo que viví en Colonia) está dedicado a la Confesión. Unas palabras de Juan Pablo II introducen todo en su contexto: "La adoración del Dios verdadero significa un verdadero acto de resistencia contra toda forma de idolatría. Orad a Dios: Él es la roca sobre la que podéis construir vuestro futuro y un mundo justo y solidario. Jesús es el Príncipe de la paz, fuente del perdón y de la reconciliación, capaz de convertir a todos los miembros de la familia humana en hermanas y hermanos.'

Lo siguiente ya no es de Juan Pablo II, sino de la guía: "El Sacramento de la Reconciliación nos invita a que nos volvamos a diri­gir a Dios después de haberle vuelto la espalda. En este sacramento de­jamos que Dios nos regale su perdón después de haber presumido que podíamos vivir parte de nuestra vida sin Él. Habiendo recibido este ob­sequio de Dios nos proponemos a darle nuevamente espacio y tiempo a Él en nuestras vidas."

A continuación un dato de los fuertes: "Las naves de la feria de Colonia Koenmesse (el lugar donde está previsto acudir a confesarse) son un lugar que nos hace pensar de manera especial en la necesidad de la reconciliación. Du­rante el nacionalsocialismo, ahí mismo se encontraban de­pendencias del campo de concentración de Buchenwald: ahi mismo ha­bía campos de prisioneros y trabajadores forzados".

No voy a seguir citando porque sino quedaría largo larguísimo, pero la guía desciende a todo tipo de detalles: reflexión, arrepentimiento, saludo al confesor, decir los pecadoss, penitencia... Además, la explicación incluye textos para considerar cada parte. Por ejemplo, al comentar la necesidad de dar gracias por el perdón recibido, se cita la escena evangélica de los diez leprosos curados de los que solo uno -samaritano- regresa para dar gracias por su curación, y se explica: "Los leprosos son marginados sociales, apartados de la sociedad. El que
entra en contacto con ellos, tarribién se convierte en una persona ex­cluida. Pero Jesús no conoce ningún temor de entrar en contacto con ellos. Se vuelve a ellos y con su palabra les regala el camino de retorno a la comunidad. Pero el haber sido curados de algo, frecuentemente puede hacernos olvidar el dolor en tal forma que muchos de nosotros ya no nos acordamos de que deberíamos estar agradecidos de haber sido curados".
En fin, que me confesé en Colonia. Es algo que, por cierto, procuro hacer todas las semanas, y me va estupendamente.
Como no tengo fotos de confesiones, pongo una de la casa en la que vivió el Papa en Colonia. Es la casa del Cardenal de Colonia, rodeada de gente y de Policía (aunque parecen militares, no lo son: en Alemania, al parecer, los militares no pueden salir a la calle así como así).

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