Tengo un amigo que trabaja en Faunia. Hoy hemos quedado a comer en su trabajo, hemos hablado de viejos amigos comunes, de quiénes son cooperadores del Opus Dei, de la próxima boda de uno de sus hermanos, de cómo le va... de todo un poco. Le va bien, gracias a Dios. Incluso me ha puesto unos vídeos magníficos que tenía en el teléfono móvil de su pequeña hija, diciendo "papá" por su puesto.
Hemos dado una vuelta por entre mariposas, arañas, loros, grullas, canguros, focas y pirañas, y me ha hecho una foto en una especie de pequeña Antártida llena de pingüinos. Llama la atención que para acceder a tan reservado hábitat hay que pasar cuidadosamente por dos singulares felpudos: uno con agua y cloro, y otro con Betadine.
6 comentarios:
Hola Muñiz,
Me he comprado el libro de J.L. Allen sobre el Opus Dei, que comentaste en uno de tus posts. La verdad que tiene buena pinta, me va a servir además para practicar inglés. En la introducción compara el Opus Dei con una cerveza: la Guinness Extra Stout, que gusta a los puristas de la cerveza, y choca con un mercado donde lo que se vende es lo light y la cerveza sin alcohol.
A mi me gusta la Estrella de Galicia, que rasca bastante. Mariconadas las justas.
Un saludo
Me alegra toda esta información sobre la actividad de uno del opus: los pingüinos, las pipas de girasol, el futbol... Es una buena forma de jugar al despiste. Conozco a uno que fue del opus y no es todo esto lo que me cuenta...
No juego al despiste.
Hablo de muchas cosas.
Soy del Opus Dei.
Soy muy feliz.
Reconozco que hablo poco precisamente de lo que más hago: trabajar.
Yo conozco a uno que también fue del Opus Dei y habla maravillas. Este es un mundo apasionante, deberías abrirte a todos y enseñarnos poroc a poco dónde está el secreto. Intuyo que es cosa de vivir un cristianismo puro pero creo que si vuestro producto es tan bueno como dicen hasta los que lo han dejado, deberiais hacer algo más por compartirlo. Saludos y felicidades por el blog, me ha parecido sensacional y envidio un poco tu día a día.
¿el secreto?
¿por qué hace la gente lo que hace y no otra cosa?
¿por qué la madres se comen las cabezas del pescado mientras dejan a sus hijos los lomos?
¿por qué suspiran los enamorados?
¿por qué medran los políticos?
¿por qué la gente suscribe hipotecas?
¿por qué se mantiene en pie algo tan inútil como la poesía?
Resumidamente, elegí entre contar una cosita de mi vida cada día o explicar por qué hago las cosas. Y opté más bien por lo primero.
No descarto que sea una forma -tal vez no lineal- de llegar a lo segundo.
Entre tanto, me he permitido hablar algún día de los fines del Ops Dei (que son dos: santidad y apostolado), de la urgencia que tenemos los cristianos (los de Opus Dei incluidos, claro) de cambiar el mundo comenzando por cambiar nosotros.
Aprovecho la ocasión que yo mismo me brindo para subrayar que esto no que digo (y las cosas que cuento de mi vida) no responden en absoluto a lo que hacen todos los del Opus Dei, ni siquiera la mayoría, sino a lo que hago yo.
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